Por: Alfredo Jurado
Es toda una amplia organización que circunda gran parte de las locaciones educacionales. Son hábiles, no lo dudo y ni lo niego. Hábiles en el habla y en el odio por igual, muchos de los que entran, entran con ideas que desean cambiar al mundo. Pero no saben que juegan un juego sucio que los va volviendo cada vez más y más egocéntricos. Todo se olvida y el respeto sólo queda entre los que conforman ese comité. El comité cumple una labor que culturiza, pero no da las herramientas para que la humildad y el cariño se hagan presentes con para los demás. Pero el comité se extiende y se extiende, haciendo que dicha cultura se haga presente en cualquier momento y en cualquier parte. Pero el problema es que esa cultura lo vuelve a uno como un animal enjaulado, cada vez que se presenta el momento para atacar (en este caso argumentar) se ataca violentamente, dejando sin defensa y cobijo a quien quiera dar opinión o frase alguna del tema que se trate. Personas que intentan hablar y poder dar opinión alguna, son calladas por el argumento de “falta de cultura o falta de presencia en dicho comité”. Y cada vez que se habla de la “cultura” se van por las ramas, hablando de lo que sea, y el ruido es tal que se asemeja al de un mercado árabe “Ajalababala, lajagnana, la vendo barata, jabalajabala”… Esto y muchas otras cosas más, ayuda a que la confusión reine y las personas pierdan el interés en la “cultura”, algo que de por sí es importante, pues permite conocer todo lo que pasó, entender lo que pasa y presentir lo que puede pasar. Este comité, de por sí no debe ser destruido ni mucho menos olvidado, pues ayuda…pero debe ser manejado con otra administración.
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