Por: Alfredo Jurado
Es
ahora, el mero momento, en donde nos encontramos con la siguiente frase: “adiós
conocido”. El progreso es inevitable, el avance de algo y de algunos es imposible
de detener, pues nos mueve la voluntad, el deseo de subsistir y seguir
adelante. Ya el tiempo se nos presenta de la manera más extraña, pero al mismo
tiempo, familiar: va rápido, sigue un curso, se mueve como un expreso que en
este caso no detiene en estaciones; más bien, sólo abre sus puertas para que
podamos entrar mientras éste se mueve. Vemos atrás, siempre lo haremos en los
momentos de mayor felicidad o angustia porque es esa reminiscencia de lo
pasado, lo que nos permite reflexionar y decir: “he vivido…” siendo ese espacio
vacío el lugar donde poner el adjetivo perfecto que describa la manera en que
hemos vivido. Tendemos ahora a romper, al desligue, porque esa es la manera más
eficaz y rápida de dejar a un lado algo y evitar el sufrimiento, ese
sufrimiento causado por el recuerdo inevitable de nuestros hermosos años mozos
o no. Rompemos, rompemos con todo, y para ello damos la excusa del “odio”. Un
odio irracional e inane que justifica nuestro miedo ante el futuro, ante el
mundo de posibilidades que está por abrirse. Hemos aprendido demasiado hasta el
punto de aceptar que somos seres que erramos para siempre, pero aún así,
permanecemos vivos. Y es ahora, ante las puertas del futuro, que hacemos cuenta
de todo lo dejado atrás y de lo que ahora sabemos, es así como comenzamos a
forjar una identidad, a pesar que creemos que ya la teníamos. Nos volvemos de
toda clase de cosas: ateos o fieles seguidores; pesimistas, realistas u
optimistas; nos volvemos pseudo pensadores o pseudo intelectuales; y la lista
podría seguir hasta el infinito. Pero de lo que sí sé que nos volvemos es en “seres
humanos”, en algo que es alguien, en alguien que piensa, alguien que es tomado
en cuenta, alguien que se forma y nace.
Te enfrentas a una "ley de la Historia": Crecer y Cambiar. Un ciclo se cierra y otro se abrirá. Así es hasta el final de nuestros días, y así será hasta el final de los tiempos...
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