martes, 26 de junio de 2012

El amor realmente imposible (1° escrito surrealista)


Por: Alfredo Jurado
Ante la puerta que da al mundo infinito, al mundo excelso, se abre ante mí la gran obra danzarina de nebulosos bailarines que cuenta la triste y maravillosa historia de la gran musa plateada que, deseando estar con el gran príncipe luminoso, quiso contradecir los designios del universo que estableció su dualidad y su distancia, dándoles a cada uno un reino el cual perdura por un cierto tiempo y en distintos sitios. Pero el amor es grande y el mundo igual, y para estos dos seres sublimes eso no es detención alguna. Se buscan y en cada momento se encuentran. Lo que es el caer del sol y el dormitar de la luna son sólo los momentos en los cuales ambos enamorados se hallan para complacer los designios de su gran y eterno amor. No es casual que seres inferiores vean con delicia y deleite esos momentos tan sublimes y extraños; ¿por qué reímos ahí, por qué lloramos, por qué nos da asombro y por qué siempre contemplamos con maravilla ese inevitable momento? Porque es ahí donde se cumple la unión de dos polos, de dos extremos tan diferentes como iguales; donde el mal y el bien no existen y sólo queda la necesidad del uno por el otro. Es ahí donde el deseo máximo se cumple. Ahí es donde el hacer el amor se encuentra en la más pura y bella expresión. Los danzantes ocultan a veces ese momento en el cual ambos se abrazan y besan con pasión. Ese momento en donde da a luz la máxima musa las grandes obras que hablan de ella, y donde nacen las criaturas que alaban y glorifican el día. Es ahí, ese momento hermoso, sublime, imposible de expresar completamente donde todo es trascendido y sólo queda algo: el amor imposible vuelto realidad.

viernes, 22 de junio de 2012

Fin de una década


Por: Alfredo Jurado
Es ahora, el mero momento, en donde nos encontramos con la siguiente frase: “adiós conocido”. El progreso es inevitable, el avance de algo y de algunos es imposible de detener, pues nos mueve la voluntad, el deseo de subsistir y seguir adelante. Ya el tiempo se nos presenta de la manera más extraña, pero al mismo tiempo, familiar: va rápido, sigue un curso, se mueve como un expreso que en este caso no detiene en estaciones; más bien, sólo abre sus puertas para que podamos entrar mientras éste se mueve. Vemos atrás, siempre lo haremos en los momentos de mayor felicidad o angustia porque es esa reminiscencia de lo pasado, lo que nos permite reflexionar y decir: “he vivido…” siendo ese espacio vacío el lugar donde poner el adjetivo perfecto que describa la manera en que hemos vivido. Tendemos ahora a romper, al desligue, porque esa es la manera más eficaz y rápida de dejar a un lado algo y evitar el sufrimiento, ese sufrimiento causado por el recuerdo inevitable de nuestros hermosos años mozos o no. Rompemos, rompemos con todo, y para ello damos la excusa del “odio”. Un odio irracional e inane que justifica nuestro miedo ante el futuro, ante el mundo de posibilidades que está por abrirse. Hemos aprendido demasiado hasta el punto de aceptar que somos seres que erramos para siempre, pero aún así, permanecemos vivos. Y es ahora, ante las puertas del futuro, que hacemos cuenta de todo lo dejado atrás y de lo que ahora sabemos, es así como comenzamos a forjar una identidad, a pesar que creemos que ya la teníamos. Nos volvemos de toda clase de cosas: ateos o fieles seguidores; pesimistas, realistas u optimistas; nos volvemos pseudo pensadores o pseudo intelectuales; y la lista podría seguir hasta el infinito. Pero de lo que sí sé que nos volvemos es en “seres humanos”, en algo que es alguien, en alguien que piensa, alguien que es tomado en cuenta, alguien que se forma y nace.

domingo, 17 de junio de 2012

Tanto y tan poco tiempo


Por: Alfredo Jurado
Qué te puedo decir, apreciado, si nada más que un mísero “perdón”. Las cosas han ido bien, todo ha fluido. Pero en mi incesante “movimiento ideal”, en mi incontenible mundo de ideas, en mi pensar, han revoloteado mil y un pensamientos, mil y un conceptos, que me han hecho pensar, reflexionar, acerca de dónde estamos ahora. Te digo, que me di cuenta que estamos en un momento el cual amerita mucha rapidez y una identidad, las cuales se nos hacen difíciles de conceder, pues el tiempo pasa, y ahora, mucho más rápido. Ando en momentos donde lo crucial es pensar en “cómo lograr avanzar” y dejar a un lado, un tiempo que fue conocido por mí y que llegué a amar, despreciar, entender, y seguir queriéndolo, para tener que dejarlo ir, tener que recoger mis maletas e irme a un nuevo lugar, con nuevas reglas y nuevos conocimientos. El despegue ha sido duro, la despedida no tanto. Pero, sobre todo, ha ameritado mucho tiempo y mucha reflexión. No es fácil entrar en el mundo, cuando te enteras que tu “mundo” conocido, queda atrás, y que ahora se halla ante ti un mundo, incapaz de ser dominado totalmente, pero que te pide a gritos: “¡Hazme tuyo!” El cese de muchas actividades ha sido necesario para poder entender el por qué del avance y saber cómo lograr no ser alterado. Sí, ha habido muchas cosas, y te he dejado, los he dejado, pero me arrepiento, pues logro entender que escribir es para mí un deleite que me hace, mientras escribo, feliz. Por ahora te felicito, en caso de que seas dador de vida. Yo, ahora, me doy una palmada de “bien hecho”, pues soy padre de un nuevo hijo: esto, lo que lees. Feliz día.