sábado, 28 de abril de 2012

Aplausos al montón


Por: Alfredo Jurado
Su misión es “intentar” salvar al Mundo y reescribir de alguna manera la Historia de la Humanidad ya contada, ya a punto de contarse. En dos idiomas, inglés y español, intentarán corregir y evitar lo que podría resultar en una terrible Guerra Nuclear entre naciones por saber cómo solucionar temas como la hambruna, los niños soldados, los conflictos religiosos, etc., etc., etc. Yo ante estos sujetos, ante estos pusilánimes me río, me privo de la risa y les arrojo rosas, flores con motivo de congratulaciones por crear la mejor comedia jamás antes creada, la cual involucra a todo un gran reparto que intentan pasarse por árabes, judíos, belgas, rusos, americanos, polacos, chinos, etc. Y mil veces etcétera. Es impresionante como todo eso se ve “hermoso” entre velos de fino celda rosa y otros colores delicados, pues los alientan, los motivan con ideas de cambio, de importancia y los premian por haber logrado, ¿qué exactamente? Sólo haber sabido la mejor forma de adular con excelencia a los jueces, insultar de la manera más apropiada y elegante a los demás contrincantes y sólo mantenerse de pie durante infernales inacabables minutos de habladería de, vulgarmente, P-A-J-A. El “objetivo” principal, si es que alguna vez lo tuvo, era entrenar y educar a la gente en los asuntos de lo que acontece en el mundo y enseñarles a develar posibles soluciones. Ahora, sólo fomenta la altanería, el egocentrismo, la necesidad exagerada de conseguir buenas relaciones, no precisamente en el ámbito exclusivamente “MUNnista”, sino “un buen cuadre”. Bien, amigos, amigas, damas y caballeros, señores de todos los lugares del mundo que me lean o no: demos un aplauso a este gran elenco en la realización de este inane “teatro de lo absurdo”, pues su representación ha sido tan convincente que, como pasa en la vida, no llegan a nada y los “conflictos” persisten.

sábado, 21 de abril de 2012

Lo que presiento que pasa


Por: Alfredo Jurado


¿Qué es lo que veo ahora en nuestra sociedad y que presiento está más afincado en lo que sería mi generación? Mi respuesta, un tanto sobria y un tanto mutable sería: el festejo en lo interior. Durante un viaje que hice al Perú hace no mucho pude notar que la gente sale. Sale a pasear, a caminar, divertirse y soñar. Pero después que salen, no veo que se hallen en algún lugar resguardado o por lo menos en interiores. A lo que me refiero es: en los últimos, diría yo que veinte años, se ha podido ver que desafortunadamente, a los venezolanos nos azota el crimen y la inseguridad. Estamos en constante alerta ya que somos los únicos que podemos velar por nuestra seguridad y bienestar, ya que todo en general es, en definitiva y lastimosamente, inútil e injusto. Debido a esto, nos hemos tenido que resguardar en lo interno, en los hogares, en los lugares concurridos y cerrados, que ya cada vez se está haciendo difícil de lograr. Pero debido a esto, también me he podido percatar, (haciendo el contraste con Perú) que somos, de todos los países del continente americano sur, los que más nos mantenemos en interiores a la hora de festejar o “pasarla bien”, porque se nos ha obligado, sin nuestro consentimiento y sin previo aviso, a desconectarnos del mundo exterior por su violencia y encasillarnos en lugares “seguros”. Pero estos lugares lo que nos proveen es otro mundo, peor diría yo, pues no sólo nos resguarda, también resguardan lo peor de una sociedad y hace que prolifere lo mundano, lo vano y lo grotesco, sumado a esto la “nueva forma de hacer fiesta” y la nueva “música”. Cualquiera al leer esto, me refutaría con cualquier idiotez como: “no sabes de lo que hablas”; basta con ver los índices de muertes que cada día hay en Venezuela y ver los comienzos del artículo: “… salía de una discoteca y lo acribillaron por…”; “… de una finca a las tres de la mañana lo esperaba para matarlo…”; en resumen: afuera, constante inseguridad, adentro: fomentación de dicha inseguridad.

jueves, 12 de abril de 2012

Entre ruinas

Por: Alfredo Jurado
Hallo que creo que el hombre del siglo XX, que ahora vive en el siglo XXI, pensó que con todos los acontecimientos ocurridos en los años ochenta y posteriormente en los noventa, la “amenaza roja” estaba dando sus últimos alientos de vida y su despedida. Lamentablemente, mientras esto ocurría en el viejo continente en las lejanas y heladas tierras, los gobiernos de los países suramericanos estaban: por un lado dando sus primeros alientos de libertad, de democracia; pero por otro, en otro específicamente, se daban las primicias de que lo peor estaba por venir e inevitablemente iba a llegar. El país que una vez fue un paraíso de democracia y de prosperidad para muchos latinos ubicado en el norte del continente suramericano, ahora se halla en el estado más deplorable en única comparación con la madre isla del “Rojo” en América Latina, porque todos los demás ahora se hallan en un mejor estado, en mejor progreso, en mejor momento histórico. Creo que todo se pudo ver que la decadencia de nuestro momento se dio efectivamente en los comienzos de los ochenta, y se consumó justamente en estas fechas hace unos diez años e irónicamente se extendió como un cáncer entre muchos otros países que buscan igualar esta nueva “ideología del siglo XXI”. Yo me di cuenta por fin, después de tanto y casi al final, cuando tuve que caminar entre las ruinas de lo que una vez fue el centro de la democracia venezolana, el Centro de Caracas, precisamente en las “Torres que no hacen bulla”. Vi el rededor de lo que ahora es solamente una desgracia y una cuna de todo tipo de males que alguna vez fue lo mejor y lo excelso de nuestro país, la demostración de que sí hay cosas mejores, de que sí se puede. Por lo menos queda el consuelo que eso duró para poder ver lo último y que, espero, podremos ver lo último del que ahora reina en una “y que” República democrática.

martes, 10 de abril de 2012

Difícil es volver

Por: Alfredo Jurado
Sí, difícil es volver. Difícil porque hay muchas inseguridades que pueden o no estar fundadas racionalmente. Si uno vuelve es porque se encontraba ausente y también por el hecho de que ha pasado el tiempo y éste se ha acabado. El tiempo, fundamental hecho que hace que el volver sea difícil, porque por causa de él uno no sabe muchas cosas: no sabe si el público volverá a recibir al prodigo ausente. No se sabe si los gustos habrán cambiado. Al volver, la persona que regresa se halla en conflictos, mas no conflictos que sean imposibles de resolver o atenten contra su vida. Digo conflictos porque, es posible, que se deba algo a alguien, que se tenga que dar cosas a otros terceros, que se debe volver a una realidad. La realidad, la realidad que le puede rodear a uno puede a veces estar muy ausente. Porque, y esto todo el mundo está muy seguro, hay realidades que no contemplan el gusto de la persona. La realidad es chocante y confusa y dual: puede en momentos parecer muy “light”, muy bella, excelsa diría yo. Pero otros momentos podría parecer terrorífica, extraña, insoportable e incómoda. Porque en ella se hallan otras sub-realidades que pueden o no estar en el entorno social de uno, es decir: se saben que pasan, se tiene conocimiento de ellas, se entienden algunas y se toman en cuenta o no otras. Pero a pesar de ello, y de que se tenga de ellas información, no necesariamente están en contacto con uno; uno no sufre por ellas, no padece los males que, a la larga, puede padecer. Sí, estos y muchos más factores son los que se pueden considerar que hacen que el volver se haga difícil. Independientemente de ellos, se llega siempre a una misma conclusión: hay una cierta satisfacción al volver y ser recibido o no.