miércoles, 1 de febrero de 2012

No sé nada del amor

Por: Alfredo Jurado
En algún momento de nuestras vidas, hemos estado enamorados, tanto verdadera como platónicamente. Llega también ese momento en nuestras vidas en que queremos que nuestra persona amada sepa nuestro sentimiento para con él/ella y decidimos abrirles nuestro corazón, enseñar nuestra verdad, nuestro anhelo. Algunas veces pasa que dichas personas pueden o no querer ese amor, y terminan demoliendo la estatua que de ella/él se encontraba en el centro sentimentalista de nuestro espíritu o terminan haciendo que éste crezca y estalle en alegría por sentirse querido, entendido y necesitado. Pero yo les vengo a hablar más que nada de la respuesta negativa ante el rechazo de nuestro corazón. Resulta y acontece, que por ser yo, una persona que no ha experimentado más allá del amor maternal, paternal o familiar, aún no conozco ni sé, en concreto, nada del amor, sólo conozco el despecho, ese sentimiento profundo demoledor y a veces aniquilador que subyace dormido en el fondo del abismo más inhóspito de nuestro ser y que, al despertarse, puede ser como la peor enfermedad o arma jamás antes creada. Con el despecho vienen siempre las lágrimas, el sudor, el rencor, el perdón y la reflexión, la más importante de todas. Porque, a pesar de que estemos teóricamente derrotados en el campo de batalla del amor y el enemigo no nos deje nada más que escombros, déjenme decirles estimados lectores, que es mejor reflexionar fríamente en qué fue en lo qué fallamos y en qué falló la otra persona, sin llegar, obviamente, al odio, porque sólo así podremos perdonarnos y perdonar a la otra persona, pues comprenderemos la razón de nuestro rechazo y también podremos mejorar y ser mejores amantes, novios, esposos, etc. Y al final, quién sabe, quizás “la canción de algún corazón roto resulte ser nuestra canción favorita” algún día (estrofa de la canción de Dave Matthews: “Funny the way it is”).

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