Por: Alfredo Jurado
Como toda persona, como cualquier ser humano, siento el extrañar. Mis ser por dentro tiene la nostalgia de una cara familiar que le provea alegría y demás sentimientos positivos que hagan que mi espíritu, no se eleve exactamente, pero sí se sienta feliz y completo. Este sentimiento de nostalgia llega a mí cuando pienso…pienso en aquello que deseo ver muy pronto. El estar lejos de eso o de esa persona, me mueve por dentro y hace que mi deseo de reencuentro se incremente más y más. Los días pasan y las horas mueren conforme el tiempo se hace más largo, una cosa ha venido tras otra, haciendo que le deseo en vez de disminuir, aumente, pues mientras más obstáculos o asuntos se interponen, el espíritu, el alma, el ser, desee elevarse más para llegar a la meta. Es la nostalgia la que a veces te mueve y a veces te paraliza, pues es un sentimiento que de por sí, reúne otros, haciendo que en tu corazón haya un mar de incertidumbres positivas y negativas que te hagan pensar en mil y una cosas a la vez. Pero no desespero y no hago alarde de mi falta, prefiero compartirlo con el que me lea, pues sé que en algún momento de su vida, lo ha sentido así y puedo creer yo que piensa lo mismo que mi persona, o por lo menos converge conmigo en algunos puntos. Si bien se quiere, esta nostalgia se puede relacionar cuando uno se encuentra de viaje… Añora su vida típica, desea volver a sus raíces, al país que lo o la vio nacer, no sólo por el sentimiento de apego y nacional, sino porque sabe que haya, en su hogar, se encuentran las caras familiares de amistades y aprecios. Yo lo he experimentado cuando he deseado volver a América.
Bonitas palabras Alfredo.
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