domingo, 20 de noviembre de 2011

Uno platónico, otro aristotélico

Por: Alfredo Jurado
Después de la fabulosa velada que pase con mi madre escuchando y viendo al fabuloso “Cuatro de Venezuela” quien es Hernán Gamboa, nos fuimos, junto con un par de amigas de ella, a comer comida italiana cerca de nuestro hogar. Y mientras charlábamos, me preguntaron, ¿qué tal tu estancia en Miami? Yo, en lo personal pensé: “Dios, hasta cuando la misma y repetida pregunta.” Dije la típica respuesta: “bien”. Pero aparte me preguntaron, sobre mis escritos y que veían que en verdad eran buenos. Yo les conté que seguramente era hereditario, mi padre y mi hermano son dos grandes escritores, quienes los conocen, lo saben y no lo dudan. Pero aparte yo decidí contar el por qué me obligaron el tomar la decisión de este blog. Resulta que en los días en que pasé después de escribir mi último escrito en la columna de mi hermano, éste me insistía todos los santos días: “¿cuándo vas a escribir?”, y les conté a las presentes que él me decía que uno debía sentarse a pensar en lo que iba a escribir y no levantarse del asiento hasta tener algo escrito, lo que fuera. Entonces una amiga de mi mamá dijo: “Vaya, pero Bernardo parece intenso en sus decisiones”. En efecto lo es, al igual que mi padre, el hijo mayor, y toda la rama que le sigue, son intensos en lo que hacen y cómo lo hacen. Pero yo seguí hablando y dije que tanto padre como hijo eran iguales, sólo que uno era más platónico y el otro aristotélico. Mi padre podrá haber sido un hombre de decisiones puntuales, pero era muy idealista, muy enamorado: “Espera a que la musa, la intensidad del alma salga de ti para que se plasme en el papel”, mi hermano va directo al punto, hasta tal intensidad que te podría decir: “Cuando las neuronas se te activen y bajen directo a tu omoplato, sentirás el vibrar de las articulaciones que te llevarán a escribir.” Todo esto y más fue lo que dije esa noche de felicidad en la cual estoy seguro, habló más y daiquirí que mi razón.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Facundo Fatalicio

Por: Alfredo Jurado
“Mi nombre es Facundo Fatalicio. Soy un hombre de unos 58 años aproximadamente. Intento buscar lo bueno que en la vida dicen que se presenta, pero no lo logro encontrar. Cuando lo analizo todo, me deprimo, pues no encuentro eso “algo” que me llene y me haga feliz. He escuchado que no hay receta para la felicidad y que sí la hay; por eso todo me resulta difícil, pues todo lo que veo, escucho, observo, es contradictorio o siempre hay alguien que no está de acuerdo con lo estipulado y crea, mediante cualquier medio posible, alguna excusa para desbaratar alguna idea o método. Cuando pasa algo malo, siempre, pero siempre lo siento como si me hubiera pasado a mí y la depresión que entra en mi alma es tan grande que contagio a la gente que se deja contagiar. Siento también que soy un poco cínico o ácido en algunos aspectos de la vida. Intento siempre encontrar cosas que haga de esta naturaleza propiamente mía, su más alta expresión en mi forma de ser. La vida, tal cual como la describo, me es un poco pesada y siempre que sale algo a la luz que represente felicidad, lo debato hasta que no pueda más, aunque en la mayoría de las veces, siempre renuncio en mi intento.” Estimado lector, te cuento esta simple biografía de un hombre que ve todo color gris, sabiendo que puede verlo todo de otros colores, si crees que es necesario que alguien más a parte de tu persona, necesita leerlo, por favor hacedlo llegar, pues hace falta en su vida un poco de prisma combinación, perspectiva y amor, pero sobre todo, le falta encontrarse asimismo, ya que, si no se conoce, no puede ser feliz, y si no es feliz, ocupa un espacio que podría ser necesario para alguien más.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Nostalgia siento

Por: Alfredo Jurado

Como toda persona, como cualquier ser humano, siento el extrañar. Mis ser por dentro tiene la nostalgia de una cara familiar que le provea alegría y demás sentimientos positivos que hagan que mi espíritu, no se eleve exactamente, pero sí se sienta feliz y completo. Este sentimiento de nostalgia llega a mí cuando pienso…pienso en aquello que deseo ver muy pronto. El estar lejos de eso o de esa persona, me mueve por dentro y hace que mi deseo de reencuentro se incremente más y más. Los días pasan y las horas mueren conforme el tiempo se hace más largo, una cosa ha venido tras otra, haciendo que le deseo en vez de disminuir, aumente, pues mientras más obstáculos o asuntos se interponen, el espíritu, el alma, el ser, desee elevarse más para llegar a la meta. Es la nostalgia la que a veces te mueve y a veces te paraliza, pues es un sentimiento que de por sí, reúne otros, haciendo que en tu corazón haya un mar de incertidumbres positivas y negativas que te hagan pensar en mil y una cosas a la vez. Pero no desespero y no hago alarde de mi falta, prefiero compartirlo con el que me lea, pues sé que en algún momento de su vida, lo ha sentido así y puedo creer yo que piensa lo mismo que mi persona, o por lo menos converge conmigo en algunos puntos. Si bien se quiere, esta nostalgia se puede relacionar cuando uno se encuentra de viaje… Añora su vida típica, desea volver a sus raíces, al país que lo o la vio nacer, no sólo por el sentimiento de apego y nacional, sino porque sabe que haya, en su hogar, se encuentran las caras familiares de amistades y aprecios. Yo lo he experimentado cuando he deseado volver a América.